En este recorrido pedagógico, Dussel nos plantea un concepto positivo del poder, un poder como obediencia y como voluntad de vida -no como dominación- nos recuerda que las y los seres humanos no somos perfectos, por lo tanto, necesitamos de instituciones para reproducir la vida social y para practicar la justicia. Reconoce la necesidad de transformar el Estado, no disolverlo, y en este propósito construir hegemonía a partir de los consensos de la comunidad política, como única manera de gobernar democráticamente, de hacernos de una democracia no liberal que conjuga la relación ética y política y posibilita la emergencia de subjetividades honestas y descolonizadas.
En este sentido, no sólo teoriza sino también propone rutas de aterrizaje para hacernos de otra historia pensada desde América Latina (y todos los pueblos del sur global), nos llama la atención respecto a la necesidad de una teoría para cualquier revolución, como esa brújula para no perderse ni decepcionarse en el camino, comprendiendo los desafíos de gobernar a partir de las condiciones dadas que es mucho más difícil que evaluar la teoría. Esta larga y valiosa plática cierra con su invitación a no temer a las adversidades del presente, pues insiste en que el optimismo es a corto plazo, pero la esperanza lo es a un plazo largo y por ello no debemos tener miedo de retroceder dos pasos, para luego avanzar tres.
Referencias bibliográficas sugeridas: material descargable.